El principio precautorio, por la ventana
El principio de precaución expresado en el Convenio de Diversidad Biológica establece que la falta de completa certeza científica no es razón para posponer medidas que eviten los riesgos que plantea la presencia de organismos transgénicos producto de la biotecnología. Sin embargo, en el peor escenario de contaminación, la ocurrida en el centro de origen del cultivo básico del continente, el CIMMYT y otras organizaciones del CGIAR se niegan a reconocer esta contaminación transgénica como un problema grave. Mientras la brisa la lleva de campo en campo, el organismo a quien formalmente corresponde proteger esas parcelas parece haber arrojado la precaución por la ventana.
El CIMMYT limitó su respuesta ante la crisis de la contaminación a un llamado para que se realicen investigaciones posteriores y a la revisión de sus propias muestras para ver si estaban contaminadas. La revisión no mostró contaminación.1 El Centro también instituyó una moratoria de facto sobre la recolección de muestras en el campo, medida que evidencia un doble estándar: mientras el CIMMYT asegura que sus propios bancos genéticos no estén contaminados, se niega a respaldar medidas que brinden la misma seguridad a los enormes reservorios genéticos in situ conservados por los agricultores de México. En ese país y en discusiones internas del sistema del CGIAR, el CIMMYT se ha negado oficialmente a llamar a una moratoria sobre la liberación de organismos transgénicos en los centros de origen y diversidad de los cultivos alimentarios básicos.
La posición del CIMMYT es especialmente desconcertante dado su mandato global y el hecho de que la institución admitió formalmente que se sabe muy poco de las consecuencias del flujo de transgenes hacia las variedades nativas como para predecir los efectos de la contaminación. El Centro ha reconocido las enormes implicaciones estableciendo que “los impactos potenciales de la introgresión de un transgén podrían extenderse también hacia el ambiente, el bienestar del campesinado, las preocupaciones del mercado, tales como la aceptación de los consumidores, las consideraciones sobre la propiedad intelectual y la esfera regulatoria”2, y enfatizó la necesidad de realizar investigaciones posteriores, particularmente para determinar las amenazas que presenta la “nueva generación” de cultivos genéticamente modificados para expresar productos no alimentarios (por ejemplo plásticos y productos para otros usos industriales).3
Ángel Kato, un reconocido genetista del maíz y asesor del CIMMYT, recientemente advirtió: “…si las variedades de maíz transgénico se cultivan comercialmente en México y otras regiones mesoamericanas, con el tiempo las variedades de maíz nativo se contaminarán con un número interminable de transgenes diferentes, convirtiéndose en depositarios de esos elementos. Las transgenes podrían causar daños diversos y crecientes que no pueden predecirse en estos momentos… Una vez que hay contaminación, tomamos un camino sin retorno hacia la permanente erosión genética de los recursos del maíz.”4
Grupo ETC
Notas:
1 Las pruebas subsecuentes en diciembre del 2001, febrero y mayo del 2002, también afirmaron que no había señales de contaminación.
2 CIMMYT “Maíz transgénico en México: hechos y necesidades futuras de investigación”, 8 de mayo del 2002, http://www.cimmyt.cgiar.org/whatiscimmyt/Transgenic/FactsandFuture_08May02.htm
3 Ver documentos sobre transgénicos del Grupo ETC.
4 Kato Y., Ángel T., “Transgenic varieties and landraces of Maize in Mexico” (“Variedades transgénicas y nativas de maíz en México”), artículo presentado en el Seminario Pugwash sobre Biotecnología, junio del 2002, Ciudad de México.
* Fragmento del documento de contexto del Grupo ETC “El año de la contaminación”, octubre de 2002