No permitiremos el monitoreo en milpas campesinas

No permitiremos el monitoreo en milpas campesinas

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La contaminación transgénica es inevitable en tanto existan granos y semillas genéticamente modificadas en campo. Esto es una imposición de las empresas transnacionales dueñas de los transgénicos, y de los gobiernos que las permiten. Las transnacionales son las que tienen la responsabilidad por la contaminación.

El gobierno mexicano ha permitido y provocado la contaminación a través de los experimentos de maíz transgénico en campo que realizó antes de 1999 y también a través de la entrega de semillas contaminadas en programas del gobierno (Kilo por Kilo, y otros programas que dan semillas u obligan a los agricultores a comprar semilla “mejorada” o “certificada”)

Desde que se conoció la contaminación del maíz campesino en el 2001 y luego de varios muestreos de la Red en 2003 y años posteriores, el gobierno no tomó medidas para reconocer, controlar ni parar las fuentes de contaminación (importación de granos y diseminación de semillas contaminadas híbridas), así como tampoco para castigar a los responsables (las empresas y los funcionarios gubernamentales).

Sin embargo en 2009, luego de eliminar el último posible resguardo legal para frenar la contaminación transgénica (la obligación de establecer un Régimen Especial de Protección del Maíz), anunció la creación de una “Red de Biomonitoreo”, que será gestionada por funcionarios pro-transgénicos, usando para la detección los mismos instrumentos que les dan las empresas que contaminan con transgénicos. Esto será muy útil para que las empresas puedan entablar juicios por regalías.

En el caso de las milpas campesinas, las actividades de monitoreo serán para criminalizarnos por la eventual presencia de transgenes que nos hayan contaminado las empresas. En ese caso, la propuesta gubernamental, será eliminar nuestras semillas, y culpabilizar lo que limitadamente llaman “intercambios informales”. En realidad se trata del cuidado y compartir de las semillas campesinas, nativas, indígenas, que son la base de la existencia del maíz y de su biodiversidad en todo el planeta, y la base de nuestras economías, culturas y autonomías.

E

sta criminalización converge con las leyes sobre semillas que pretenden ilegalizar el libre intercambio campesino de semillas.

Reconocemos que la contaminación transgénica existe, y es otro ataque del gobierno y las transnacionales contra los campesinos. Sabemos de la necesidad de proteger nuestras semillas frente a la contaminación. Desde cada milpa de los que estamos en la Red, desde cada comunidad y organización, haremos nuestros propios diagnósticos, de nuestra forma, con nuestras herramientas y decisiones, al tiempo que fortalecemos las redes de solidaridad e intercambios de confianza en nuestras milpas.

No permitiremos que el gobierno, a través de sus instituciones propias, o pagadas, u ONG, monitoreen nuestras comunidades. No dejaremos que quien nos contamine, agregue al crimen de la contaminación, el de la erosión de nuestras propias semillas.

Nos comprometemos y llamamos a todas las comunidades y ejidos campesinos a observar las milpas y mantener nuestras propias semillas, no dejando que el gobierno u otras instituciones las sustituyan.

Creemos que laboratorios de científicos independientes, sin conflictos de intereses con empresas o gobierno, deben monitorear los híbridos que entran, los que se venden y los que se distribuyen a través de cualquier programa en México.

Red en Defensa del Maíz

 Abril de 2009

 

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