Reunión con el Relator Especial de la ONU para la Alimentación ¿Una nueva moratoria?
A mediados de junio de 2011, un conjunto de comunidades indígenas, organizaciones campesinas y de la sociedad civil se reunieron en las oficinas de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), de Naciones Unidas, en México, con el Relator Especial para la Alimentación, Olivier de Schutter y su equipo.
Los grupos presentes le insistieron al Relator en las muchas causas relacionadas con la crisis alimentaria que se vive en México, y dieron testimonio de concretos de dicha crisis.
En la reunión estuvieron presentes la Red en Defensa del Maíz, la Asamblea de Afectados Ambientales, el Centro de Estudios para el Cambio en el Campo Mexicano (Ceccam), el Centro de Análisis Social, Información y Formación Popular (Casifop), el Centro Nacional de Misiones Indígenas (Cenami), El Colectivo Salto de Vida, la Coordinadora de Pueblos Unidos en Defensa del Agua, el Colectivo Flor y Canto, La Unión Popular Revolucionaria Emiliano Zapata, algunas autoridades del municipio autónomo de San Juan Copala (famoso por sus esfuerzos por sobrevivir al cerco tendido por grupos paramilitares que aislaronla comunidad, y que han asesinado a los habitantes y a personas que han querido romper el cerco mediante caravanas). También asistió una representación de la Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias (CRAC), del estado de Guerrero, que están sufriendo la amenaza de proyectos mineros a cielo abierto, el Comité de Derechos Humanos de las Huastecas y Sierra Oriental, y la Organización de Agricultores Biológicos de Oaxaca. Asistieron también el Grupo ETC y GRAIN. Cada una de estas instancias intervino siete minutos, de un modo sistemático y ordenado que arrojó un diagnóstico muy acabado de las múltiples condiciones que dificultan u obstaculizan una seguridad alimentaria, un “derecho a la alimentación”, por no hablar de algo más complejo como la soberanía alimentaria.
La causa principal señalada por todos fue el Estado mismo, coludido con las corporaciones, los megaproyectos que invaden y acaparan sus tierras de cultivo y sus territorios, que privatizan el agua y construyen presas e hidroeléctricas, que perforan pozos petroleros, que hacen minería a cielo abierto, que contaminan los ríos con su industrias y sus monocultivos adosados con agrotóxicos, Todo esto afecta profundamente la producción de alimentos, en particular si ésta es independiente.
De un modo muy fuerte, se enfatizó que siendo México la cuna del maíz, su centro de origen, era y es crucial prohibir todos los transgénicos, no sólo por los mexicanos sino en bien de toda la humanidad.
De Schutter se fue sorprendiendo conforme las piezas del rompecabezas cayeron en su lugar, y comenzó a hacer ciertas preguntas, una de ellas con respecto al derecho a la consulta, algo que le habían dicho que estaba recién aprobado como ley en el país, y que le habían dicho que beneficaría en mucho a los pueblos indígenas de México. Otra pregunta de De Schutter fue si el gobierno estaba cumpliendo con las recomendaciones de la OIT. Alguien del público le contestó que la famosa ley de consulta era una mera fachada en tanto que ni siquiera había sido consultada ni en los términos ni con la metodología de operación planteadas por dicha ley y que, pese a las recomendaciones de la OIT, en México los pueblos indios ni siquiera estaban reconocidos en la Constitución, porque sólo les reconocían ser “sujetos de interés público” (es decir se les concedía la posibilidad de recibir asistencia). No eran reconocidos “sujetos de derecho público”.
El Relator habló un poco de las enormes posibilidades de la agroecología en el escenario del cambio climático, alabó con vehemencia el sistema de custodia e intercambio de semillas nativas, la variedad e incluso los rendimientos que la agricultura tradicional puede lograr sin plaguicidas ni fertilizantes químicos.
El Relator llegó a preguntarse si sería necesario reforzar este modo ancestral en lugar de los caminos de la biotecnología.
En su visita anterior (un año y medio antes), De Schutter dijo que podría ser posible una coexistencia entre los sistemas de semillas y alimentación ancestrales y los modernos avances de la biotecnología, toda vez que cubrían diferentes ámbitos de producción y servicio.
Ahora, en 2011, contrasta que en conferencia de prensa y en su informe final, recomendó a México “decretar una moratoria en el uso de transgénicos y promover el uso de semillas de variedades de maíz desarrolladas en el país”.
Colectivo por la Autonomía, GRAIN, Casifop