México se abre al maíz transgénico

México se abre al maíz transgénico

Alejandro Velazco

La Jornada                                                                                                                                    PDF          

23 de enero de 2013

Ante la presión de las empresas transnacionales para que se les permita sembrar de manera comercial maíz modificado genéticamente en el norte del país –específicamente en Sinaloa y Tamaulipas–, la llegada de grandes cantidades de alimentos que contengan transgénicos a las grandes urbes como Guadalajara y Ciudad de México parece inminente.

Frente a esto, la preocupación de las organizaciones civiles que han mostrado su rechazo al respecto y de los expertos que consideran esta posible decisión como un atentado a la salud pública, se dicen alarmados por un posible consumo indiscriminado de variedades de maíz transgénico –entre ellas el MON 603, que causó tumores malignos en experimentos con ratas hechos por el francés Gilles-Eric Seralini– por la población urbana de la Zona Metropolitana de Guadalajara.

Para el Colectivo Ecologista de Jalisco (CEJ), la autoridad federal no ha actuado en concordancia con las recomendaciones y estudios hechos por científicos en todo el mundo, incluyendo a la propia Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad, dirigida por José Sarukhán, que ha recomendado a las secretarías de Medio Ambiente y Recursos Naturales y de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Semarnat y Sagarpa) que no permitan la siembra de maíz modificado de manera comercial.

En el año 2009 se dieron las primeras aprobaciones a las empresas Monsanto y Dow AgroScience, para lo cual fue anulado el régimen de protección al maíz. Desde entonces, las movilizaciones de organizaciones, científicos y productores se han intensificado para evitar se llegue a la siembra comercial de maíz en México.

Entre las acciones que se están llevando a cabo, relata Víctor Flores, de la campaña de transgénicos del CEJ, es el desarrollo de la plataforma México libre de transgénicos (mexicolibredetransgenicos.org), en esta se ha comenzado a concentrar toda la información relacionada con el tema en el país, las recomendaciones de expertos –entre ellos la de Sarukhán mediante un video–, investigaciones y noticias.

Con este trabajo, las organizaciones que trabajan en conjunto pretenden difundir la información a los consumidores, pues parece que las alternativas tendrán que venir de la sociedad civil dados los crecientes intereses de las corporaciones en este tema.

De llegarse a la aprobación comercial, explica Flores, las alternativas serían las acciones colectivas por parte de los consumidores en las ciudades, la promoción de amparos de los productores orgánicos y el incentivo de consumir a pequeños productores locales que no utilicen transgénicos.

Por esto, se ha intentado fortalecer la Red Mexicana de Tianguis y Mercados Orgánicos, y en Jalisco, el Círculo de Producción, en donde la ciudadanía puede adquirir productos libres de transgénicos. Sin embargo, es preocupante, señala el activista, la salud de quienes no tienen acceso a estos espacios, ya que el maíz es el producto base de la alimentación mexicana y no se tendrá una regulación sobre los productos que podrían ser dañinos.

Las semillas de maíz transgénico desarrolladas por Monsanto tienen la capacidad de ser resistentes a insectos y a al glifosato -el pesticida que se utiliza en las siembras modificadas genéticamente, del cual se ha incrementado su uso en Estados Unidos, y que es vendido por las mismas transnacionales encargadas de comercializar las semillas-, esto representa un problema, pues se han encontrado daños a insectos benéficos -como catarinas y mariposas-.

Además, estudios que se pueden encontrar en la red de “México libre de transgénicos” han demostrado que el glifosato es persistente y se han encontrado restos de este componente en fetos y en agua de lluvia de algunas zonas del mundo.

“Una cosa es lo que la biotecnología puede ofrecer y otra es lo que pasa comercialmente, en este caso las empresas promocionan mayor productividad”, detalla Flores, lo cual, indica, puede ser engañoso, pues el uso de plaguicidas aumentaría, junto a los problemas en la salubridad y la ecología.

 

 

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