Palos Altos, muestra de la retirada del maíz mexicano
• Por los bajos precios pagados, muchos productores han migrado al cultivo de chía
Alejandro Velazco
La Jornada Jalisco
23 de julio de 2013
Palos Altos es un poblado en el municipio de Ixtlahuacán del Río y se encuentra en una de las pocas zonas cercanas a la ciudad de Guadalajara en la que aún existen grandes cantidades de hectáreas destinadas a la siembra de maíz. Sin embargo, a causa de las pérdidas que se han sufrido en los últimos años, muchos productores han migrado al cultivo de chía, afectando aún más el precio del maíz pero logrando ingresos pasajeros para las familias de la zona.
Pese a que Jalisco es uno de los primeros lugares a nivel nacional en producción de maíz –según la Confederación Nacional Campesina (CNC) en 2014 se superará a la producción de Sinaloa–, ser campesino no es algo sencillo. Entre la importación de granos, el aumento en los costos de los insumos, el cambio climático y la dependencia masiva de agroquímicos, las cosas en el campo jalisciense se han vuelto complicadas.
Para Natividad, habitante de la comunidad de Palos Altos, el incumplimiento de las promesas gubernamentales de apoyo a los productores de maíz es otro de los problemas que se suman a la larga lista que deben enfrentar los campesinos jaliscienses.
Para muestra, un botón, relata: “Hace unos tres años hubo una inundación y se quemó por exceso de agua mucha superficie y dijo el gobierno federal que iban a mandar ayuda y nunca llegó”.
El clima es uno de los principales obstáculos: las heladas en octubre, el exceso de agua, la falta de agua, los cambios que ha tenido la temperatura provocan graves problemas. Se trata de un círculo vicioso, aseguran algunos científicos, pues mientras los agroquímicos distribuidos masivamente por las transnacionales dañan el ambiente, estos daños provocan problemas en las cosechas.
Ante la gran cantidad de problemas que se han tenido en los últimos años para la producción de maíz, este temporal Natividad apostará por dedicar algunas de las hectáreas que posee para la siembra de chía.
El saco de maíz –los más utilizados son las variedades mejoradas de las marcas Asgrow y Pionner- ronda los dos mil 500 pesos, además de esto se debe invertir en fertilizantes, herbicidas, y diésel para la transportación del producto.
Para sembrar tres hectáreas se necesitan cuatro sacos de semilla, con los que se obtienen alrededor de 24 toneladas de maíz, explica Natividad, y cada tonelada se vende en tres mil 900 pesos.
En seis años, recuerda, se ha duplicado el precio del diesel y con esto los costos de inversión para producir.
“Yo creo que los únicos que vemos que traen camionetas nuevas son los que venden fertilizante y diésel, los campesinos luchan contra todo”, dice.
En esa lucha “contra todo” el productor logra sacar varias toneladas de maíz listo para distribuirse. Sin embargo, en años anteriores se han quedado con su producto en las bodegas.
“El problema que tenemos nosotros es que el gobierno importa maíz de otros países y deja de comprar lo que hay aquí”, relata Natividad.
Según datos de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa), en México se consumen alrededor de 30 millones de toneladas de maíz, pero se producen 21.6 millones, por lo que el gobierno mexicano argumenta la necesidad de importar maíz –mucho de Estados Unidos, donde las siembras de maíz transgénico son generalizadas.
Sin embargo la importación de maíz transgénico ha provocado que al menos en este año se reduzcan en un siete por ciento las hectáreas de siembra local en México, según información de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), esto es, habrá una producción de cuatro millones 800 mil toneladas menos.
“El maíz que se queda aquí es de mayor calidad y se queda con un menor precio”, recalca Natividad y añade: “Yo creo que no está correcto lo que hace el gobierno”.
Ante la posibilidad de que se permitan los maíces transgénicos para la siembra comercial en México, muchos productores de Jalisco han mostrado su rechazo, pues esto implicaría mayor gasto en herbicidas, además de que implica el pagar por la propiedad intelectual del maíz creado por Monsanto.
“No tiene caso sembrar maíz transgénico porque es meternos en problemas, mejor así le dejamos como estamos. Yo creo que si va uno a acabar lo poquito bueno que hay, mejor así nos quedamos como estamos”, dice Natividad.
En el caso de Palos Altos, la gran cantidad de fertilizantes y agroquímicos utilizados por los productores locales ha provocado una grave degradación del suelo y contaminación de los mantos acuíferos, señalan jóvenes de la zona.
Entre noviembre y enero la cosecha estará lista, el maíz de cientos de hectáreas de riego en Jalisco podrá distribuirse, aunque año con año la producción disminuye, sea por la importación de granos, porque ya no es redituable o porque se encuentran opciones de siembra más prometedoras.