El TPP: tiro de gracia para el campo mexicano

El TPP: tiro de gracia para el campo mexicano

Víctor Suárez Carrera

La Jornada del Campo

16 de noviembre de 2013

El TPP, tiro de gracia para el campo mexicanoDos décadas de Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN, 1994-2013) y sus funestas consecuencias para el campo mexicano parecen haber vacunado al movimiento campesino y a los estudiosos del agro respecto de la existencia en progreso de otros y mayores peligros como lo son la privatización petrolera y el Acuerdo Transpacífico de Asociación Económica Estratégica (TPP), que amenazan con dar el tiro de gracia a la soberanía alimentaria del país y a la perspectiva de un campo con campesin@s, comunidades rurales y pueblos indígenas, así como con sustentabilidad, derechos y dignidad.

Efectivamente, diversas voces en el movimiento campesino nacional argumentan que el TLCAN y la mercadocracia ya no representan un problema para el sector agroalimentario, toda vez que los mercados agrícolas internacionales se encuentran en una fase de precios altos y, por lo tanto, las importaciones de alimentos ya no representan un problema para los productores nacionales.

Los hechos contradicen por completo estas interpretaciones simplistas y pragmáticas dado que la cesión de soberanía en el comercio exterior agroalimentario a favor de las corporaciones trasnacionales ha cancelado, ya sea con precios bajos o con precios altos, toda posibilidad para el establecimiento de una política nacional de largo plazo para la autosuficiencia alimentaria sustentable, con base en la pequeña y mediana unidad de producción, que permita el establecimiento de precios remunerativos al productor y proporcione un horizonte de certidumbre en la comercialización. En suma, que posibilite una justa valorización del trabajo campesino y de la vida rural, así como una nueva relación naturaleza-sociedad-Estado.

A 20 años del TLCAN pareciera que el “libre mercado” y el poder –comercial, económico, financiero y político- de los monopolios agroalimentarios ya es parte de nuestra weltanschauung, de nuestra cosmovisión de lo agroalimentario y rural, y que, efectivamente, el neoliberalismo ha obtenido una “victoria cultural” en México.

La mala noticia es que sí hay algo peor que el TLCAN: el TPP, que es un TLCAN recargado que el gobierno de Peña Nieto negocia en la clandestinidad, continuando con los acuerdos del calderonato, y que se pretende concluir y firmar a finales de 2013.

El TPP es un acuerdo vergonzante puesto que ya no se atreven a incluir las palabras “libre comercio” y “privatización”. Dos décadas de fracasos sistemáticos y promesas incumplidas del TLCANhan sido suficientes para descontinuar el uso de dichos términos y sustituirlos por eufemismos tales como “asociación económica estratégica” y “modernización”, respectivamente.

El TPP obedece a una iniciativa estadounidense de carácter geopolítico y geoeconómico de múltiples alcances. Por un lado, busca eludir a la Organización Mundial de Comercio (OMC) con TLCs con países incondicionales, toda vez que en los tres lustros recientes dicho organismo multilateral no se ha plegado plenamente a sus intereses. Por otro, ante el fracaso del Acuerdo de Libre Comercio de las Américas (ALCA) y el avance de los procesos autónomos de integración de los países sudamericanos (Mercosur, Unasur, Banco del Sur), Estados Unidos (EU) crea la Alianza del Pacífico con Chile, Colombia, Perú y México y la participación de éstos en el TPP. Asimismo, el TPP tiene la finalidad de aislar a China y obstaculizar el proceso de integración económica de los países asiáticos sin EU (Asociación de Naciones del Sudeste Asiático, ASEAN).

Los países que están negociando el TPP son: EU, Canadá, Australia, Nueva Zelanda, Vietnam, Malasia, Singapur, Brunei, Perú, Chile y México. Japón y Tailandia están en proceso de incorporación.

El proceso del TPP inició en 2005 y después de 14 rondas de negociación nuestro país se incorpora en junio de 2012 a “invitación” de Obama a Calderón en la Cumbre de Grupo de los 20 de Los Cabos. Un principio de la negociación es que todo se negocia y nada se excluye y que los países que se van incorporando al proceso aceptan tal cual todo lo negociado en las rondas previas. Sin embargo, cabe resaltar que el gobierno japonés tiene un mandato de su congreso de excluir al sector agropecuario de toda negociación en el TPP, si bien no hay un capítulo agropecuario propiamente dicho y los textos en proceso de negociación no son conocidos.

El TPP busca profundizar el TLCAN y superar los límites que no pudieron ser salvados en dicho acuerdo: liberalización comercial total, libertad y protección absoluta a inversiones extranjeras, tribunales independientes para dirimir controversias entre Estados y corporaciones, ampliación de la protección a la propiedad intelectual y en especial extensión de la vigencia de las patentes principalmente farmacéuticas, reglas de reproducción y copia en internet (copyright, ACTA), ningún sector se excluye.

Para el sector agroalimentario mexicano, el TPP+TLCAN implicaría pasar de 42 por ciento de dependencia alimentaria a 80 en el próximo decenio.

La rama cafetalera estaría amenazada por la libre importación de café robusta proveniente de Vietnam. Bajo la nestlización de la política cafetalera, nuestro país avanzaría hacia la “robustización” de su sector cafetalero afectando a cientos de miles de pequeños productores indígenas de café arábiga de altura.

La rama de lácteos se vería afectada severamente por la libre importación de leche en polvo, quesos y otros derivados. Al respecto baste mencionar que los productores lecheros estadounidenses asumen que quedarán fuera del mercado si se concreta el TPP.

Por lo que hace a los cárnicos, verán afectada su participación en el mercado nacional por las importaciones de Australia y Nueva Zelanda.

Para los arroceros, las amenazas para completar la dependencia total de las importaciones provienen de la libre importación de Vietnam y de Tailandia, en su caso. Y para la producción de trigo, los riesgos estarían por el lado de las importaciones provenientes de Australia.

Como se observa, el TPP representa el tiro de gracia para el campo mexicano, dado que completaría el proceso de pérdida de soberanía alimentaria y abandono del campo llevado a cabo por el TLCAN y las políticas  gubernamentales nacionales.

Es urgente romper con el secretismo de las negociaciones gubernamentales, promover una deliberación pública abierta y asumir que 20 años del TLCAN son suficientes para frenar el TPP. Asimismo, es ineludible que el tema sea parte de la agenda de cambios de la política agroalimentaria y rural que enarbolan las organizaciones campesinas autónomas.

Las recientes modificaciones constitucionales en favor de los derechos humanos y su primacía sobre los tratados comerciales, la elevación del derecho a la alimentación a rango constitucional así como otros derechos económicos, sociales, culturales y ambientales, constituyen nuevas  herramientas de lucha y resistencia contra el TPP en particular y contra las políticas neoliberales hacia el campo en general.

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