Muerte de una niña evidencia anomalías
Violeta Meléndez/Adrián Montiel
El Diario NTR
6 abril 2018
Sucedió en Cuquio, Jalisco, México
Sin permiso ni licencia para el manejo del fumigante, la empresa triplicó la dosis de tabletas de fosfuro de aluminio por indicación del Grupo Maseca (Gruma), empresa que adquiere granos para la producción de harina de maíz.
Desde entonces y hasta el 21 de febrero, Perla Darlín Contreras Guillén y su familia inhalaron gas fosfina, un poderoso fumigante emanado de las tabletas para “curar” o exterminar plagas del maíz.
De la fumigación, ni la familia de ella ni sus vecinos fueron avisados, y poco después Perla murió y su familia se intoxicó tras no recibir atención médica oportuna.
Tras este suceso, la bodega, propiedad del presidente municipal de Cuquío, Cornelio González Fernández, fue clausurada por la Comisión para la Protección Contra Riesgos Sanitarios de Jalisco (Coprisjal); sin embargo, fue reabierta días después.
Las irregularidades operativas del almacén, el inexistente protocolo médico para la atención de intoxicados y la ausencia de la autoridad municipal por un conflicto de intereses contribuyeron a la muerte de Perla, la intoxicación de sus familiares y la afectación de otras 15 familias.
A más de 30 días de la muerte de su hija, Omar Contreras Álvarez decide contestar el teléfono y dar una entrevista a este medio. Aunque su voz parecía quebrarse en ciertos momentos, contuvo el silencio y narró lo sucedido.
Una tragedia
El sábado 17 de febrero, los hijos de Omar (una de 13, Perla, otro de 10 y el más pequeño, de 15 meses) comenzaron con náuseas y vómitos. Un médico municipal les diagnosticó gastroenteritis.
Los días siguientes fueron vueltas al Centro de Salud del Seguro Popular, en donde les reiteraban el diagnóstico y les repetían “fue por algo que comieron”, detalló el padre de familia.
La noche del lunes y la madrugada del martes Perla empeoró. A las 5 horas salieron hacia Ixtlahuacán del Río, a la Unidad Médico Familiar (UMF) 57 del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS). Llegaron a las 6:30 y los atendieron una hora después.
El personal médico determinó, otra vez, gastroenteritis. Tanto a Perla como a sus hermanos los inyectaron para reducir el vómito y regresaron a Cuquío. Su padre rememoró que “no les tomaron la presión ni les analizaron la sangre”.
Cerca de las 10 horas del martes los síntomas se agravaron y la llevaron con el médico municipal. “Ahí mi hija ya estaba helada, sin temperatura en su cuerpo, las pupilas dilatadas”.
El médico tomó los signos vitales y le dijo: “Perlita ya está muy mal, esto no está bien”, y de inmediato solicitó una ambulancia y fue trasladada por el Sistema de Atención Médica de Urgencia (SAMU) a la Clínica 89 del IMSS, en Guadalajara.
Su padre iba con su hija en la ambulancia. Iban a ser las 15 horas y su hija “ya iba muy malita”.
El reloj marcó las 15 horas cuando llegaron a la clínica. Los médicos confirmaron el cuadro severo de deshidratación y Omar se preguntaba “por qué tan rápido, no sabíamos por qué”. Perla falleció a las 15:10 horas.
Perlita huele a veneno
Cuando les entregaron el cuerpo, el médico municipal que lo acompañaba, un amigo de la familia, les comentó a sus padres que Perla había empezado a expeler el olor de las pastillas de fosfuro de aluminio. “Omar, eso no está bien, Perlita huele a veneno”, le dijo.
Describió el olor como “un aroma amargoso que se queda en la garganta”, por lo que Omar avisó a su esposa para que se trasladara con sus hijos a Guadalajara para recibir atención médica de urgencia. También avisó al Centro de Salud.
Omar investigó, llamó a Cuquío y pudo averiguar que la empresa había fumigado una indeterminada cantidad de maíz, toneladas, cuyo acto había triplicado la dosis de fosfuro de aluminio “en cantidades exorbitantes”, según indicaciones del Grupo Maseca a la empresa de agroinsumos.
Perla dormía en una de las dos habitaciones de la planta alta de la casa, la del balcón. La otra estaba ocupada por su hermano.
Desde el 15 de febrero, Perla respiró los gases que se concentraron en su cuarto, habían atravesado la calle, salieron por la ventilación de la bodega, de entre los muros de ladrillo y la techumbre industrial, desde el montón de granos fumigados.
Durante la noche se exponían; en el día, cesaba la intoxicación directa, pero volvía al veneno cuando dormían, momento en que se intensificaban los síntomas, explicó Omar.
Días después, el Instituto Jalisciense de Ciencias Forenses (IJCF) informó que la causa de muerte fue un edema agudo pulmonar por una sustancia indeterminada. Por lo anterior, se aplicó el protocolo de bioseguridad ante un evento infecto-contagioso o intoxicación.
“Lamentablemente no se atendió en oportunidad, se confundió con un cuadro de gastroenteritis con una intoxicación por alimentos: es hasta el día siguiente cuando se detecta esta falla”, acepta el titular de la Coprisjal, Dagoberto García Mejía.
Una dosis letal
De acuerdo con el manual de la marca Killphos de la empresa Fax México, la liberación del gas es menos rápida en temperaturas bajas, por la noche, y más rápida con el calor del día.
Se presume que el producto empleado en Mi Maíz Cuquío fue Agro Fum Caisa. La ficha consultada en línea específica que, antes de la fumigación, se debe considerar la temperatura al interior de la masa del grano y se recomienda seguir la siguiente regla: “Si la temperatura se encuentra sobre los 25 grados centígrados (°C), se debe aplicar la dosis mínima; entre 20° y 25°C, aplicará la dosis media; a menos de 20°C, aplicar la dosis máxima, y finalmente, cuando la temperatura sea menor de 5°C no se debe fumigar”.
La temperatura del 15 de febrero en Cuquío fue de 26°C la máxima y 11°C la mínima, es decir, de acuerdo a la ficha se debió aplicar la dosis mínima, pues la temperatura superó los 25°C de un grano bajo un techo de lámina.
La dosis mínima se triplicó, según explicaron a Omar los trabajadores de la bodega; sin embargo, hasta el momento se desconoce la cantidad de grano fumigado, así como la cantidad de fumigante empleado y el alcancedel gas en la colonia Conasupo.
Tras negligencias se capacitarán
En este caso, el titular de la Coprisjal ve responsabilidad del centro de salud de Cuquío: “Ahí lo detectan mal y es cuando ya se viene al seguro (UMF 89)”.
En este municipio de la región Centro, añadió, el médico responsable es un prestador de servicio social, por lo que “no tienen mucha experiencia para hacer un diagnóstico diferencial”, añadió.
“Lo primero que tu observas de un niñoque te está vomitando, que te está con diarrea, (piensas que) algo comió y le hizo mal. Se puede pensar que de entrada, él (el médico) hizo un diagnóstico adecuado”.
Reconoce que este caso deja un precedente: “Lo importante de esto es que todos aprendamos. Estamos dejando evidencia de un aprendizaje”.
Tras la muerte de Perla, los médicos de servicio social se capacitarán en picaduras de alacrán y en contaminación “de estos probables plaguicidas”, anuncia el titular de la Coprisjal.
Otra mejora será la comunicación entre los centros de salud para solventar dudas entre médicos y, si se considera necesario, pasar a los pacientes a nosocomios de un segundo o tercer nivel de las instituciones de salud pública.
A la distancia, el padre de Perla considera que en la UMF 57 de Ixtlahuacán del Río pudo brindarles mejor atención a sus hijos, tal vez su hija pudo luchar contra la intoxicación.
El también profesor de preparatoria admite que la atención médica en Cuquío no fue negligente porque “es muy lacónica, la atención es muy pobre. Mira: está bien para una gripa, (pero) no hay para una radiografía”.
Cuquío sólo cuenta con 10 unidades médicas de consulta externa. No tiene un hospital general ni de atención especializada. Los habitantes deben acudir a Yahualica de González Gallo o a Ixtlahuacán del Río por servicios médicos de segundo nivel.
Presuntas responsabilidades
Dagoberto García Mejía explica que la fuga de gas fosfina se debió “a una falla en la cubierta de este producto”.
El funcionario añade que la técnica para la aplicación del plaguicida no fue la adecuada, por lo cual “ya hay una responsabilidad contra la empresa que hizo esta aplicación de gas”.
En la investigación emprendida por la dependencia se ha detectado que la empresa no tenía el permiso para operar ni el aviso de su funcionamiento para la aplicación del químico. El caso todavía se investiga y la sanción corresponderá de acuerdo al daño de la empresa. En este caso, la muerte de una niña y la intoxicación de una familia.
Aunque la bodega de Cuquío cerró unos días, los vecinos de la colonia Conasupo aseguraron que ya está en funciones porque, sospechan, el permiso de reapertura lo hizo el mismo presidente municipal.
Lo anterior porque los intereses del alcalde Cornelio González Fernández se ven comprometidos, pues, según trabajadores del almacén, al año percibe 600 mil pesos por la renta del espacio de 5 mil 400 metros cuadrados.
El padre de Perla ya demandó a la empresa para que se haga justicia; sin embargo, ha tenido que lidiar con la resistencia de funcionarios.
Cuando el agente del Ministerio Público se presentó a la querella contra el empresario, cuestionó a Omar: “Dígame: qué fue primero, la casa o la bodega”, atribuyendo responsabilidad al hombre cuya hija acababa de morir, y quien, además, se quedó sin casa.
Omar relató que ya tenían tres años de vivir en esa vivienda que rentaban y enfatizó: “Ya había casas construidas alrededor. La bodega no existía, (ahí) no tienen las instalaciones adecuadas”.
A eso se sumó la sugerencia del cambio de abogado por uno “que te va a sacar el asunto”. El jurista es conocido del Ministerio Público.
A la fecha, la Fiscalía General del Estado (FGE) todavía investiga las circunstancias en torno a la muerte de Perla e intoxicación de su familia.
Una presidencia que brilla por su ausencia
En una llamada telefónica al área de Comunicación Social de la alcaldía de Cuquío, a la responsable, Karina Rocha, se le preguntó si la bodega involucrada pertenecía al presidente municipal, a lo que asintió y aclaró: “Esa bodega la usan desde hace años, nunca pasó nada”.
El miércoles 21 de febrero, un día después de la muerte de Perla y detección de la intoxicación, el personal de Protección Civil y Bomberos Yahualica (PCYBY) acudió al centro de salud ante “el alto riesgo de contaminación”.
El director del lugar respondió vía telefónica y dijo que estaba en una reunión fuera del municipio, según consta en el oficio de la corporación de emergencias PCB-DIC-006/2018.
Posteriormente, personal de PCYBY se trasladó a la bodega, en la calle Abasolo 74. Ahí percibieron el fuerte olor a químico cerca de las 11 horas, por lo que se procedió a informar la situación a la Unidad Estatal de Protección Civil y Bomberos Jalisco (UEPCBJ); acordonaron la bodega con cinta roja. Policías de Cuquío apoyaron en las labores, y a falta de personal de Protección Civil de Cuquío, Yahualica tomó el mando.
Cuatro familias con 49 personas en total,siete de los cuales eran menores de edad, fueron evacuadas de la zona.
El presidente municipal, Cornelio González Fernández, no respondió a la contingencia en el lugar o con la familia Contreras Guillén. Tampoco contestó las llamadas de alarma de los vecinos que solicitaban saber si debían o no desalojar.
La única intervención del alcalde con la familia de Omar fue anunciar su asistencia al novenario por la muerte de Perla, en la casa de los abuelos de la pequeña, donde ahora vive la familia. No llegó.
Aunque la familia no ha pedido ninguna reparación del daño, el gobierno municipal encabezado por González Fernández tampoco ofreció apoyo para el funeral ni para comprar muebles para la familia, pues deberán tirar casi todos debido a la contaminación.
En la colonia Conasupo, alrededor de la bodega, otras 15 familias han resultado afectadas por el gas fosfina. Un niño tiene daño en el riñón y otro en el hígado. Aunque tienen la certeza que el gas les provocó esto, no han demandado por miedo a represalias. Adrián Montiel
PIE DE FOTO: POCO CASO. Además de la peligrosidad de los plaguicidas, en el estado y el país no se toman las medidas de seguridad adecuadas.
Cultivan con sustancias prohibidas
Por ser catalogados posiblemente cancerígenos para el ser humano, inhibidores de la fertilidad, generadores de toxicidad aguda o estar prohibidos en tratados internacionales que ha firmado México, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha prohibido el uso de 151 plaguicidas y fumigantes agrícolas y pecuarios, de los cuales más de una veintena sí están permitidos en la legislación mexicana; no obstante, los restringidos en territorio nacional es posible adquirirlos en Internet, mercados o negocios con venta de solventes.
Algunos de los compuestos prohibidos a nivel internacional y expresamente autorizados en México son el EPN –en la lista roja de acuerdos internacionales–, el alaclor –alterador del sistema endócrino–, diuron –cancerígeno, utilizado en maíz, almidón y caña de azúcar–, endosufán –neurotóxico permitido en cultivos de maíz, algodón, frijol, café–, warfarina –tóxico para la fertilidad y muy usado en el control de ratas–, glifosato –catalogado como posible cancerígeno, pero se autoriza su uso en México para los cultivos de maíz transgénico–, el DDT, entre otros.
El DDT, cuyo nombre químico es dicloro-difenil-tricloro-etano, se utilizó durante la segunda mitad del siglo pasado en varios países del mundo para eliminar mosquitos y las enfermedades que estos transmiten, pero se prohibió en Estados Unidos en 1972, a raíz del libro Primavera silenciosa que alertaba sobre su impacto nocivo en una amplia gama de fauna y el ser humano.
Sin embargo, actualmente se permite en México bajo uso restringido y exclusivo del sector público en campañas sanitarias, a pesar de que al entrar en contacto con una persona o animal se acumula en los tejidos, según se reconoce en el catálogo de pesticidas publicado por la Comisión Intersecretarial para el Control del Proceso y Uso de Plaguicidas y Sustancias Tóxicas (Cicoplafest), ente gubernamental. Se trata de un compuesto orgánico persistente (COP).
“Productos químicos que permanecen intactos en el medio ambiente a lo largo de periodos de tiempo prolongados, se desplazan por el aire y el agua por todo el mundo, se acumulan en el tejido adiposo de los organismos vivos y son tóxicos para los seres humanos y la fauna, como el DDT”, añade la OMS.
De hecho, el DDT fue parte de los plaguicidas presentes en la leche pasteurizada y distribuida en la Zona Metropolitana de Guadalajara (ZMG) hace algunos años. De acuerdo con el estudio realizado por el investigador de la Universidad de Guadalajara (UdeG) Agustín Ramírez Álvarez, en 2012, 90 por ciento de las muestras tomadas de este alimento comercial envasado presentó dicho plaguicida organoclorado, así como otros cinco resultaron estar presentes; las autoridades sanitarias de Jalisco los minimizaron.
En los alimentos
También se encuentran en pequeñas fracciones en los alimentos de consumo humano que durante su proceso de maduración tuvieron contacto con químicos.
“Hay un grupo de 12 plaguicidas que producen daño y muerte al hombre, al medio ambiente, entre esos están el aldrin, el lindano, el paraquat, etcétera, algunos de estos contaminantes se adhieren a la raíz de la planta, otros al tallo, otros al fruto, y a la hora que tienes en la mesa fruta o proteína, vas a tener trazos de algunos de estos insecticidas altamente peligrosos”, señaló en entrevista el investigador de la UdeG Antonio Gómez Reyna.
Por otra parte resaltó la falta de coordinación entre las autoridades estatales y federales para regular el uso de los pesticidas, ya que es frecuente ver a los trabajadores del campo sin mínimas medidas de seguridad vertiendo grandes cantidades de tóxicos en cultivos que en primer lugar dañan a quien los administra sin seguridad.
“En el campo para una fumigación se supone que tienes que tener un traje especial, unas máscaras, un proceso para desinfectarte y demás, y luego el recipiente se debe mandar a depósitos especiales, pero no existe así, vemos chiquillos que andan con una camiseta nomás en la cara, les ponen arriba la bomba y andan fumigando, inhalando”, planteó el académico.
A través de solicitudes de transparencia, tanto la Secretaría de Salud Jalisco (SSJ) como la de Desarrollo Rural (Seder) descartaron tener injerencia en su manejo y forma de aspersión. Ambos citaron como responsable del tema a la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris).
Ejemplar
Perla tenía 13 años y cursaba el segundo grado de secundaria en un plantel de Cuquío. Su padre la recuerda con orgullo: “Mi hija siempre estuvo en el cuadro de honor desde que inició sus estudios: fue muy dedicada, quería ser doctora”. . El 24 de marzo, en la Semana Cultural de Cuquío, amigos, familiares y vecinos le rindieron honores en la Secundaria General Esteban Gutiérrez de Hermosillo. Fue recordada como alumna ejemplar, hija y hermana cariñosa
Admitió “robo”
Cornelio González Fernández, alcalde de Cuquío, es conocido como el Layín jalisciense por la frase “aunque robemos lo vamos a repartir”, esto en referencia a Hilario Ramírez Villanueva, Layín, ex alcalde de San Blas, Nayarit, quien admitió en 2014 que había “robado poquito” cuando gobernó este municipio por primera vez. El edil ha sido presidente municipal durante tres periodos (2004-2006; 2010-2012 y 2015-2018) y se prepara para la próxima contienda electoral para competir por un cuarto periodo por el Partido del Trabajo (PT)
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“En el campo para una fumigación se supone que tienes que tener un traje especial, unas máscaras (…) pero no existe así”
Antonio Gómez Reyna, investigador de la UdeG
151 plaguicidas están prohibidos por la OMS
4 tratados internacionales respaldan dejar de utilizarlos
20 de ellos se permiten en México
27.5 millones de hectáreas se cultivan en el país
95 por ciento utiliza algún tipo de agroquímico
Fuente: OMS y Encuesta Nacional Agropecuaria 2014
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